25 curiosidades sobre Todas las veces que nos dijimos adiós

Lo prometido es deuda, así que hoy, aprovechando que ya han pasado unas cuantas semanas desde la publicación de mi novela Todas las veces que nos dijimos adiós, con la que participo en el Premio Literario Amazon 2020, os traigo un post muy especial acerca de algunos de sus detalles más curiosos.

En total, veinticinco, aunque a través de Twitter y otras redes sociales iré poniendo algunos más…

Comenzamos:

  1. Elio y Selene, los protagonistas de la historia, se llaman así por dos razones: porque sus nombres significan «sol» y «luna» en griego, respectivamente, y porque, según la cita de Pink Floyd que abre la novela, «everything under the sun is in tune, but the sun is eclipsed by the moon». O en otras palabras, «todo bajo el sol está en armonía, pero la luna siempre eclipsa al sol». A buen entendedor…
  2. Algunas de las canciones más conocidas del grupo británico sirven además de hilo conductor y apoyo temático desde el principio hasta el final de la trama, aunque lo que quizás no sepáis es que el perro que aparece en la cuarta parte del libro, Floyd, no solo se llama así en homenaje a la banda, sino también en homenaje a mi propio perro, que tiene el mismo apellido que los autores de Wish you were here porque los dos adoramos su música. Un homenaje dentro de otro homenaje, vaya. 😉
    Floyd

    Floyd relamiéndose en la playa ante la visión de algún tipo de comida.

  3. El libro de poemas «De lo que no hablamos» existe de verdad y está publicado por una pequeña editorial gallega. Los versos de la composición titulada «Ponte Vecchio», citados por Elio y Selene en la cuarta parte, los escribí varias semanas después de los acontecimientos narrados al inicio del libro, durante mi paso por el castillo de Hohenberg an der Eger, donde además de jugar a dármelas de poeta romántico atormentado llegué a tener una alucinante experiencia sobrenatural que quizás algún día relate en otro libro…
  4. El grupo musical formado por Marino y por mi trasunto en la ficción también existió en la vida real. Al frente de la formación, ambos tocamos en multitud de pubs de la ciudad a finales de los noventa e incluso en varias televisiones regionales y algún evento de mayor entidad donde no pintábamos demasiado. Nuestro gran hito fue haber grabado una maqueta en un estudio coruñés donde grababan también algunos conjuntos señeros de la escena local, aunque éramos tan malos, y nuestras letras estaban tan pasadas de rosca, que todo termino ahí. Hoy en día, cantar cosas como las que cantábamos entonces, probablemente nos llevaría a la cárcel. Dejo aquí abajo embarazosa constancia gráfica de uno de nuestros primeros conciertos.
  5. Aunque el libro está basado en hechos reales hay dos localizaciones (concretamente las de la parte II y IV) que no existen fuera de la ficción. El motivo es que necesitaba introducir algunos elementos ficticios que no se correspondían al cien por cien con ninguna ubicación real para que la trama funcionara. Los modelos de partida , no obstante, son más que evidentes en ambos casos para quien sepa prestar atención a los detalles…
  6. La anécdota relatada en la segunda parte sobre que yo tenía una tía experta en matemáticas casada con un funcionario de prisiones, a cuya residencia situada en la propia penitenciaría me enviaban mis padres cada vez que suspendía la asignatura para que me pusiera las pilas, es también real. Y lo que narro en esa misma parte sobre que un día traté de orquestar un plan de fuga y fui interceptado por los propios guardias de la prisión, quienes llegaron a confundirme con un preso recién evadido, os juro que tampoco me lo he inventado.
  7. Shirley Manson, la vocalista escocesa del grupo Garbage mencionada también varias veces en la trama, fue durante muchos años mi gran amor platónico. O no tan platónico, en realidad, porque algo de contacto carnal sí que hubo entre nosotros después de que un día, desde la primera fila de un concierto del Doctor Music Festival,  yo le gritara  «Shirley I love you!» y ella se inclinara hacia mí, partiéndose de risa por ello, para darme un beso en los labios delante de todo el público entre canción y canción. La cosa no pasó  de allí pese a los vítores de la concurrencia, obviamente, pero aquel momento todavía perdura en mis recuerdos como uno de los más climáticos y surrealistas de toda mi vida.
  8. El libro en su totalidad fue concebido como una novela autoconclusiva, pero confieso que tengo ya diseñada en mi cabeza la trama para una hipotética secuela e incluso para una trilogía, proyectos que solo llevaré a cabo en el caso de que esta primera entrega tenga éxito y vosotros, los lectores, reclaméis una continuación. Lo contrario, como es lógico, no tendría mucho sentido
  9. Mi idea inicial era la de promocionar el libro durante el verano de 2020 desde todas las localizaciones donde transcurre la historia (Florencia, Galicia, Japón y México), pero el coronavirus desbarató mis planes por completo y las dos últimas terminaron cayéndose de la agenda, lo cual es una auténtica lástima porque hubieran dado muchísimo juego.  Supongo que tendré que arreglarlo de alguna forma en una futura segunda edición. 😉
  10. En uno de los diálogos del tercio final del libro Elio afirma que lo bonito de escribir novelas es poder introducir en sus páginas mensajes subliminales destinados a personas concretas que solo ellas pueden llegar a captar. Como ya habréis imaginado, no lo dice por decir, pues a lo largo de la historia hay varios mensajes de esa naturaleza dedicados a varias personas muy importantes en mi vida, incluida, como no, la protagonista femenina del libro, cuyo nombre real ya imaginaréis que no es precisamente Selene…
  11. El destino que mi madre tiene en la novela difiere por suerte bastante de su destino real, pero decidí aplicar el cambio de todos modos para así reforzar la intensidad emocional de la trama y apuntalar las motivaciones del protagonista. Curiosamente, ella no se molestó en ningún momento por esta licencia, lo cual me hace pensar, una vez más, que quizás no me la merezca demasiado.
  12. La sección ambientada en Italia nace de las notas que yo mismo recogí en un cuaderno durante mi estancia en Florencia a lo largo de agosto de 1998. Esas notas permanecieron extraviadas por más de una década hasta que en 2017 volví a dar con ellas por pura casualidad y pude al fin releerlas. Cuando lo hice había pasado tanto tiempo que me sentí como si estuviera frente a un texto escrito por alguien ajeno, de ahí que decidiera utilizar su incuestionable potencial narrativo para crear yo mismo una historia inspirada en dichas impresiones.
  13. En el libro se hace alusión unas cuantas veces  al psiquiatra suizo Carl Jung y a su teoría de la sincronicidad. Esta última hipótesis  siempre me ha fascinado de manera muy particular y no solo tiene una gran relevancia dentro de la novela, sino también dentro del conjunto de mi obra.  Si nunca habéis escuchado hablar de ella y queréis saber mejor de qué va podéis echarle un ojo aquí. Os aseguro que merece la pena.
  14. Aunque a todos los que leen el libro les sorprende mucho descubrirlo, a día de hoy todavía no he tenido la oportunidad de visitar Japón. El país del sushi y los chindogus es, de hecho, mi gran asignatura pendiente en Asia, un continente que conozco bastante bien y en cuyo territorio, igual que Elio en la ficción, he vivido situaciones de lo más novelescas. Mi falta de contacto con el imperio del sol naciente, sin embargo, no me arredró a la hora de ambientar la tercera parte de Todas las veces que nos dijimos adiós en sus dominios, ya que la cultura nipona me fascina tanto que, a fuerza de leer y documentarme sobre ella, ya casi la conozco mejor que la mía propia.
  15. El libro está dedicado a Selene y Marino «por haberme enseñado sin darse cuenta todo cuanto hoy en día sé sobre los dos únicos temas que de verdad importan». Dichos temas no son el trabajo y el dinero,  como quizás algunas almas prosaicas podáis pensar, sino dos asuntos de mucha mayor enjundia: el amor y la muerte. No lo especifico en la propia dedicatoria porque hacerlo privaría de sentido y de magia a la frase, cosa que quizás haya ocurrido de igual modo, ahora que lo pienso, después de esta innecesaria explicación…
  16. A diferencia de mi trasunto en las páginas de la novela,  hace ya algunos años que he dejado de fumar. El motivo es que  tengo cierta edad y soy demasiado hipocondriaco como para seguir jugando con fuego, pero confieso que, en el lanzamiento de determinados libros, me echo todavía algún cigarro puntual a la boca sin ningún tipo de remordimiento. Espero no estar tentando demasiado  a Marcelino con ello, ya que no me gustaría… bueno, ya sabéis.;)
  17. El café Bianchi, escenario de una de las escenas clave de la primera parte, sigue existiendo en la actualidad. Aquí os dejo su página en Google para que veáis cómo luce. Las críticas de los usuarios no son demasiado buenas, pero yo siempre recordaré ese local con mucho cariño a pesar de ello y de todo lo que allí sucedió en el verano de 1998.
  18. Por extraño que os pueda parecer, Espiridión es un nombre real y existe gente ahí fuera que responde a él, incluyendo, tal y como se explica en la novela, el tío de Selene. Su personalidad, eso sí, está más inspirada en la de mi propio tío (un conocido pintor gallego) que en el tío de la protagonista femenina de la historia, a quien  nunca tuve el placer de conocer.
  19. Pese a que Todas las veces que nos dijimos adiós es un libro con una importante carga autobiográfica (lo cual, en teoría, debería haber aliviado un poco mi trabajo), también se trata de la obra que más quebraderos de cabeza me ha dado a la hora de prepararla. Tantos, para ser sincero, que durante la escritura y la corrección del manuscrito hubo más de un momento en el que se me pasó por la cabeza no publicarla para ahorrarme posibles problemas con terceras personas y/o con mi propio pudor. Si acerté o no al decidir lanzarme a la piscina, es algo que solo el tiempo dirá.
  20. Las influencias de la novela, por otro lado, son más cinematográficas que literarias. Hasta el punto de que  me gusta definirla como un cruce entre las películas Los puentes de Madison, Call me by your nameAntes del amanecer y Alta fidelidad. Si en un futuro se diera el improbable caso de que el libro acabara adaptándose al formato audiovisual, mi sueño húmedo sería que dirigieran el cotarro cuatro directores oriundos de los cuatro países donde se desarrolla la trama, al ser posible con Jennifer Connelly como protagonista femenina, puesto que guarda cierto parecido físico con Selene. ¿Pido demasiado? Obviamente, pero si no apunto alto yo mismo en mi blog… ¿quién lo va a hacer? 😉
  21. Cuatro canciones para una despedida, el título de la saga literaria ficticia escrita por Elio en el libro, era también el título inicial de la propia novela, solo que durante el proceso de edición caí en la cuenta de que el nombre no encajaba tan bien con la historia y decidí descartarlo. Para compensar, se me ocurrió bautizar así a la tetralogía creada por el protagonista a modo de autorreferencia velada y sutil guiño personal.
  22. El diseño de la cubierta vuelve a ser obra de Dimitar Stanchev, quien ya se encargó de diseñar la portada de Nadie vendrá a rescatarnos, y en esta ocasión se ha sacado de la manga una portada de mimbres pictorialistas y hermosa paleta de colores, dividida, al igual que el libro, en cuatro partes codependientes. La idea era desmarcarse un poco de la estética habitual dentro de la novela romántica sin perder de vista que el libro no deja de ser una historia de amor bastante clásica. Vosotros diréis si lo hemos conseguido…
  23. Algo similar es aplicable a la maquetación e ilustraciones interiores realizadas por Nerea Pérez de Imagina Designs, quien, recogiendo el testigo de la cubierta, le ha aportado una segunda capa de hondura y profundidad al libro muy en línea con el tono nostálgico y sentimental de su temática. Mención aparte también para esos pequeños detalles indispensables de cara a asentar visualmente las particularidades de la narración, como los relojes de bolsillo que aparecen al inicio de cada parte, la trabajada portadilla, o el bonito diseño de las páginas donde figuran las playlists.Compra la novela Todas las veces que nos dijimos adiós en formato papel, movil, Kindle o iPad
  24. Oficialmente, el libro es mi debut en la novela romántica, un segmento de mercado que, la verdad sea dicha, nunca he frecuentado mucho como lector. No obstante, cualquiera que haya leído alguno de mis anteriores trabajos sabe que casi todos mis libros tienen un componente sentimental muy acentuado (en especial Dögunljósey y Lo que define a una llama) y que yo mismo soy un tipo bastante dado al romanticismo aunque no lo parezca, por lo que no hay nada raro en que de repente se me haya dado por escribir algo así. Al contrario, es una evolución muy coherente, lógica y natural. O eso al menos me gusta creer a mí.
  25. Por último, las canciones que componen las distintas listas de reproducción de cada una de las partes del libro están calculadas de manera meticulosa para que duren  la misma cantidad de minutos que la  lectura promedio de dicha sección. Es decir, en torno a sesenta, una ventana temporal a su vez coincidente con la duración de los sucesos que integran cada parte. Si creéis que exagero con la precisión de este encaje de bolillos cronológico, haced la prueba y comprobadlo vosotros mismos. Seguro que os sorprenderá ver hasta qué punto están las cosas medidas en el libro…

Y me temo que esto es todo por el momento, si os apetece conocer más detalles sobre esta atípica historia de amor, podéis seguirme en mis redes sociales o preguntármelo directamente a través de mi correo electrónico.

Un saludo y hasta la próxima publicación, donde, si os portáis bien, puede que ya os hable un poco de mi próximo y polémico título (Ninguno veremos el cielo), una historia protagonizada por un hombre de ochenta y siete años y pésimas pulgas que va a dar mucho pero que mucho que hablar…

¡Id por la sombra!

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